Narraciones de un cuerpo sin nombre y un espíriu sin dueño

Author: Devendrah / Pequeñas memorias: , , ,

"Y lo que hagas, y lo que digas, me tiene sin cuidado. Nunca hubo tal apuesta y menos un sentimiento desesperado. Pero al incio, el día parece alargarse. Y al final, se hace cada vez más corto" -D.





Se consumía la vela. Una obscuridad interior era la teoría más aceptable para explicar su actutid. Un frío abrasador consumía lentamente su espíritu. Infinito espacio, hoyo negro, vorágine, abismo. Transparencia demandaba. ¿Era mucho pedir?
Era escritora. Las páginas de sus libros estaban llenas de nada, sin embargo. Una profesión artística implica, sin duda alguna, abrir el corazón y la mente. Pero muy en el fondo, siempre se deja un trozo de alma en cada escrito, se libera cierta verdad del yo interior del autor. Y ella lo sabía cuando se enteró de que su libro era ahora el número uno en la lista del Times. Su novela era un best-seller.
Sonó el teléfono. Su editora. Buenas críticas, dinero sobrante, entrevistas, dinero sobrante. Sonaba feliz.
_Vete de vacaciones, cielo. Te las mereces_ le dijo
_Vivo en permanentes vacaciones_
_Bueno, ¡Haz algo distinto! ¡Tienes ahora un millón de dólares en la cuenta! ¡Haz lo que quieras, cariño! Un beso, me tengo que ir_

¿Haz lo que quieras? El significado le parecía tan banal, tan vacío. Ve de compras, mejora tu aspecto, cambia tu cabello. Al diablo.
La cocina se veía acogedora. Se sirvió una copa de vino y encendió un cigarro. Permaneció un buen rato así. Disfrutando ver el humo subir hasta el techo y arremolinarse allí para luego desaparecer. El contestador marcó un mensaje nuevo. ¿Había sonado el teléfono?
_Autora, tiene usted un soberbio estilo para escribir... _ ¿De quién era esa voz? No la conocía. Podría ser cualquier periodista, algún fan_ ...y sin embargo desmerece el dinero que producen sus obras. No es usted digna de llamarse escritora. Lo bueno de su estilo es mutilado por la estúpida trama de sus escritos, la superficialidad en la que cae su clímax y lo predecible del desenlace. El antagonista muerto no es más que un final hollywoodense. Y por ende, basura. Basura_ Parecía degustarse con la pronunciación de cada letra de la palabra. Basura._ No soy un crítico. No soy tampoco un periodista, y mucho menos un fanático suyo. Hágase un favor. Mátese en las próximas veinte horas. No espero que le asuste este mensaje, de verdad. Espero que le aterre_

El cigarro se había consumido entre sus dedos. Su respiración habíase tornado descompasada y su pulso acelerado. ¿Quién era dueño de esa voz? Tales palabras críticas y duras se parecían a las que solía usar el personaje de su novela. Para escribirlo se había inspirado en su marido, recordó. Y no era la voz de su marido. Su matrimonio había comenzado como la mayoría, color de rosa. Y luego... Luego dejó de pensar en eso. Luego dejó de pensar por completo. Demasiado dolor la había dejado, sin sabe cómo, en el psiquiatra. Le habían comprendido incluso cuando quemó el último libro. Cuando bebió una botella de cianuro con alcohol. ¿Quién era dueño de aquella voz? Miró hacia la chimenea encendida y trató de sentir el fuego en su interior sin lograrlo. No importaba, aún quedaba suficiente leña consumiéndose. "Hágase un favor. Mátese en las próximas veinte horas" ¿Era una amenaza? El contestador marcó un mensaje nuevo. El teléfono no había sonado. Estaba segura. Un escalofrío recorrió su espina al tocar el botón para escuchar.
_Autora, su tiempo se agota. Tiene diez horas. ¿Qué haría su antagonista en un caso así? Ah, recuerdo. Lo ha asesinado_ Un click cortó el mensaje.
¿Diez horas? No podía haber pasado tanto tiempo pensando su condición. Miró la chimenea, estaba apagada. ¿Qué estaba sucediendo? Cerró los ojos un momento para calmarse, al abrirlos no vio nada. Vacío total, obscuridad. Un abismo, tal vez. ¿Caminar? Ni pensarlo. No había nadie que escuchara sus gritos de auxilio. Nadie que acudiera a sus llamados. Nadie. Estaba sola. ¿Quién estaba jugando con su subconsciente? Meditó unos segundos. Respiró profundamente. El ruido del contestador marcando un nuevo mensaje la trajo de vuelta. Abrió los ojos de golpe. No escucharía nada, era una broma. Debía serlo. Golpes en la puerta. ¿Qué hacer? Abrir. Ignorarlos. Abrir. Ignorarlos. Más golpes en la puerta. Ignorarlos. Abrir. Cesaron los golpes. El teléfono zumbaba, parecía querer decir algo. Y de pronto,
_Autora, debería saber qué es lo que le sucede. Se ha encerrado usted en un espacio alterno. No tiene escapatoria. Debería saber también quién soy, cuáles son mis propósitos. Sí. Es una amenaza la que pronuncié hace trece horas. Si aún no sabe qué pasa, recomiendo se tire por la ventana o abra uno de sus libros. El que usted guste. Corre tiempo, autora_
Se abalanzó contra el librero. Volaron hojas. Volúmenes de novelas publicadas con éxito. Volúmenes inéditos. Encontró el que buscaba al final de la última repisa. El escalofrío recorrió su espina de nuevo.
¿Abrirlo? Lo que seguía definía su situación. Suspiró y levantó la tapa del libro. Al tocar la primera hoja, otro escalofrío la asaltó. Posó sus ojos en el primer capítulo y su respiración dejó de proporcionarle oxígeno.
"...Y es entonces, cuando al inicio de la historia, se termina el cuento. Una venganza en el futuro se había vislumbrado. La Autora de esta novela jamás pudo terminar su libro. Ni siquiera pudo comenzarlo. Habíase ahogado nuestro personaje principal en un mar de lágrimas y dolor desmedido. Tanto sufrimiento inundó su alma que olvidó su alma en un cajón en el que guardó su último escrito. La novela con la que siempre quiso  desahogar su ira, su desprecio hacia la raza humana, su inconformidad con los nulos sentimientos que le habían regalado envueltos en un paquete. La novela en la que asesinó a su personaje tratando de matar la memoria de su cónyuge. Y así, falló. Y su alma ha quedado recluída en aquel cajón. Sin darse cuenta ella, que su cuerpo yace tirado junto a la chimenea; repleto de químicos, repleto de alcohol, de nicotina, pero vacío al fin, ha dedicado unos minutos volátiles de su eterna existencia a leer lo que viene a ser su historia. Autora, me asesinó usted en su novela. Mi castigo no implica dolor, ni muerte ya que la vive en espíritu propio. Mi castigo es más bien consistente en ocultar su alma, retirarla de aquél cajón olvidado por usted y jamás retornársela. Bienaventurada sea, pues, en su búsqueda, Autora."

4 elefantes:

una más... dijo...

Wooo fantástico!
Uff.. protegeré bien mis espaldas del pasado, siempre vuelve a ajustar cuentas.
Un beso grande!

Anónimo dijo...

Talento!

Fenix-Lord dijo...

si tuviera q decir un sinonimo de talento tendria q decir chocobollo
no ama esta pkmmm pero faltaron las frutas callejeras hahaha
te quiero esposaa sigue asi.
Axel & Chocobollo Corp.

Jo Pelerín dijo...

Muy, muy bueno. Atrapa al lector
Qué gusto conocer tu espacio, pasaré más seguido para leer un poco más.

¡Hasta pronto! =D