Treinta Minutos

Author: Devendrah / Pequeñas memorias: , ,

"Cuando es imposible olvidar a alguien, es imposible. Y no hay nada que podáis hacer contra ello. Pero descubrir un sentimiento olvidado es algo más que descubrir una estrella lejana en el Universo." -D





Hay un zumbido detrás de la puerta. Y el café frío en la barra de la cocina delata el movimiento. Muero de ganas de ir a buscarla. No puedo. Está cerrado y hay un zumbido detrás de la puerta. Recuerdo aún cuando le miraba y sentía resplandecer sus ojos. Cuando le hablaba y sentía vibrar mi ser. Ahora todo se ha quedado tumbado en mi memoria, porque no la he podido volver a ver. Y siento su presencia tan mía como antes, a mi lado como antes. Pero no está. Se ha ido. Me abandonó y no hay nada que yo pueda hacer.
Miro las cartas que hay debajo de la puerta y recuerdo sus palabras románticas, originales. Recojo las cartas y hay un zumbido detrás de la puerta. Cuentas por pagar, deudas, más cuentas por pagar y más deudas. Pero al final de este desfile de papeles membretados y fríos hay una postal y una carta. Pequeña y sencilla, la postal retrata un pueblito en la montaña de algún lugar lejano. Abrí la carta con las manos temblorosas. Sabía de quién provenía. Reconocí su olor desde el primer segundo en que posé los ojos sobre aquél pedazo de papel ardiente de deseo. Volverá. Lo sé. Jamás encontrará a alguien que le haga vivir como yo. A nadie con quien mirar el cielo, tirados de borrachos. Quien la bese con la ternura con que yo lo hacía. No. Nunca. Es imposible. Pasamos demasiados bellos momentos juntos. ¿Que le he mentido? Sí. Le he mentido. Y se lo dije en la cara porque no podía verla a los ojos después de haber hecho lo que hice. Creí que encontraría apoyo en aquél ángel de castaño cabello y ojos almendrados. Y a cambio ella se marchó. No porque le molestara que yo la hubiera engañado, si no porque tenía motivos ahora para irse con quien había sabido ganarse su amor desde hacía mucho tiempo atrás. Pero eso no fue lo que dijo al cruzar la puerta. Dijo que me amaba. Y me dio un último beso de despedida. Yo corrí tras ella, bajé las escaleras hecho un loco. Perseguí hasta la esquina el taxi que tomó, y desistí hasta que mis piernas se doblaron del cansancio y desamor. Lloré y grité. Maldije al cielo tantas veces me fue posible, la desesperación que sentía yo no podría imaginarla nadie. No me sumergí en el alcohol, me sumergí en sus cartas, en los recuerdos. Y me embriagué de ella hasta que mi cuerpo dio de sí lo más.
Miré el papel, emocionado. Hay un zumbido detrás de la puerta. Sabía que había aceptado por fin que me amaba. Que me quería como yo a ella, que quería volver a verme, sentir mi piel bajo las yemas de sus dedos.

"Saludos, Alberto.
He pensado en lo que ha sucedido entre nosotros y no quiero dejar una impresión incorrecta en ti. Puede que nuestra relación haya estado repleta de problemas sin sentido, celos posesivos y noches románticas. Te repito, no quiero que guardes una impresión errónea de mi persona. Jamás te amé. Y te lo digo directo para evitar malos entendidos. Todo el tiempo que pasé contigo fue tan sólo una mentira, piedad.
Te deseo suerte en esta vida, tan larga y tediosa que suele ser.
-Amanda"

Mi alma sentí desmoronar en el momento de llegar a la cuarta línea. Miro ahora hacia la ventana, mis lágrimas comienzan a nublar mi visión. Y me pregunto cuál era la necesidad de enviarme tan obscuro correo. Hay un zumbido detrás de la puerta. Las gotas que resbalan de mis ojos mojan el papel, mojan la mesa. Fluyen sin pudor por mis mejillas. Y mi cabeza está a punto de estallar, y mis manos tiemblan. Todo mi cuerpo tiembla. No siento la sangre hervir aún, pero sí la frente. Los momentos que pasé junto a ella recorren a mil por hora mi mente, mi piel, cada poro y centímetro de mi cuerpo. Cada milímetro de mi alma. Hay un zumbido detrás de la puerta.
Sigo mirando la ventana. He resuelto, por fin, lo que debí hacer hace tanto. Escribo una breve misiva a mi amor no correspondido. El sol comienza a ocultarse, penoso, detrás de las nubes que avecinan lluvia. Es época de aguaceros y hace frío. Cojo la gabardina negra de siempre. Bebo el último trago de jugo que queda en mi refrigerador, no queda nada más. La fruta se pudrió antes de consumirla. El tiempo pasó tan lento y tan rápido a la vez. Hay un zumbido detrás de la puerta. Han pasado más de treinta minutos después de que abrí la carta, ya se hace de noche. La ventana sigue abierta, y abierta también su invitación. El frío se cuela y agita las cortinas como solía hacerlo en aquéllas noches en que ella y yo bebíamos vino tinto y cenábamos a la luz de una vela. Una sola vela. No se cuánto tiempo ha transcurrido. Pero la luna clarea e ilumina mi piso con azulosa fantasmagoría. Corro hacia ella. Siento la fría corriente de aire surcar mi rostro sin piedad. Ahora es en todo el cuerpo. Mi cuerpo emprende el vuelo cual murciélago en busca de su presa. Pero yo no voy en busca de una presa. La presa me ha comido ya. Y he descubierto que no había tal zumbido detrás de la puerta. El zumbido estaba detrás de mi corazón.

5 elefantes:

Deño dijo...

Wow, no me canso de estos escritos, espero ansioso el siguiente.

Keep going sister!!!
haha

D.N.A dijo...

T_T
que triste Y_Y
Me recordaste tantas cosas xD
"Susurro suavemente
un gran amor.
Me pregunto si llegará hasta tu corazón.
Susurro suavemente
un gran amor.
Me pregunto si algún día te alcanzará por completo"

Alfonso Caligari dijo...

Un favor personal: No dejes de escribir, me encanta.

Giovanni V. dijo...

Me impresiona el heche de que usamos nuestros sentimientos mas profundos y hasta los mas secretos para hacer un escrito que, como todo en la vida, puede ser La mierda mas grande que hallamos leido o Lo mas Grandioso. Pero me impresiona aún mas el hecho de que todos tus escritos son de lo mejor que leeré en mi vida.
Gracias por hacerlos, huevo :) Te Quiero.

luis G. dijo...

me gusto mucho, la verdad es que eres una genia, el sentimiento que le dedicaste al texto me gusto.

felicidades.