El Instante

Author: Devendrah / Pequeñas memorias: , ,


"Basura literaria. Desborde de algún río en alguna parte. A falta de luz y exceso de lluvia, vomito inspiración" -D.


La sábana se deslizó al borde de la cama suavemente susurrando la verdad de lo que acababa de acontecer hacía un siglo. Aire de lluvia entrando por la ventana, el incienso y sus cenizas suicidándose, exhalando un sabor a copal. El trueno, y el frío. El frío no existe adentro, y afuera se desdibuja marcando los poros y goteando almas que esperan la precipitación para bajar al mundo.
Miraba las almas caer en su brazo, llenar los árboles con su milenaria existencia. No lloraba Dios, ni se deshacía el cielo o las nubes, caían las almas con su gravedad volátil. Y mientras el agua lavaba su ira, se sabía liberado. El cigarro mojado agonizaba en la acera, los papeles importantes le configuraban una tumba de solemnidad tal que no se atrevió a levantarlos. Habían sido importantes subjetivamente. Miraba las almas caer en su brazo pensando en su propia precipitación cercana.
Se acercó a la ventana y lo miró. Los aviones de papel envolviéndolo como un santo empapado, la calle gris y sucia haciéndole justicia a su filosofía, y los ojos de los que critican fulminándolo desde los autos. Parecía embelesado con las gotas de lluvia proyectándose en su extremidad superior derecha.  Jamás levantó la vista hacia el cielo.
Le apuñalaron por la espalda unas pupilas fijas. Sintió el fuego recorrer su espina hasta el axis y luego bajar lentamente. Le escocían los ojos. Su perspectiva se volvió un único punto rodeado de ambiente negro, aire negro. La negrura le invadió la nariz, los oídos y los pulmones. Se ennegreció su alma y cayó al suelo.
El sujeto que cayó al suelo se hallaba inmóvil. Esperó en su ventana a que se levantara. No lo hizo, y dudó. Bajar las escaleras, recoger el cuerpo e intentar reanimarlo. Bajar las escaleras, mirar el cuerpo para asegurarse de que estuviera vivo, volver. Bajar las escaleras, arrepentirse, subir. Quedarse allí. Esperar a que otro tipo se parara debajo de la ventana para asesinarlo.
En los últimos instantes que pudo respirar supo que no fueron las almas las que lo mataron, ni Dios, ni las nubes. Fue la presencia en la ventana de la casa abandonada, el espíritu que esperaba eternamente al Tiempo.

Imagen: Les Feuilles Morts. Remedios Varo.