Tanatoestética

Author: Devendrah / Pequeñas memorias: , ,

"Premisa 1: La vida y la muerte se complementan. 
 Premisa 2: En la vida hay sensaciones y experiencias. 
 :. ¿En la muerte hay sensaciones y experiencias?"  -D.



¡Lárgate! ¡Que mi más sincero desprecio te llene y te haga explotar en llanto! ¡Y que con él fluya fuera de ti todo sentimiento hacia mí! No morirás en mis brazos, no prestaré a tí mi hombro para que lo empapes con tus sentimentalismos idiotas, no tocarás mis labios con los tuyos ni una sola vez más. Y aquellas noches en las que nos recostábamos, no importando dónde estuviéramos, y mirabamos el cielo... No. ¡Vete! ¡No quiero recordar más! ¡No quiero sentir más el dolor que tengo atorado en la garganta! ¿Lo sientes? ¿Sientes la tierra caer sobre tu ataúd? Hago el más infinito esfuerzo por no escuchar tus gritos, tus ruegos. Me pides que no te deje ir. ¿Qué debo hacer, Dios mío? ¿Debo sacarle de allí? ¿Debo dejar que se pudra en su castigo? ¿Dejarle sufrir, salvarlo, purificarlo? No me arrepiento. He tirado el primer puñado de tierra sobre él, he tirado un cardo y un crisantemo amarillo. Los helenios guardan tu tumba, escuchan tus lamentos, emulándolos y las ortigas abrazarán tu féretro, lo estrecharán dándote lo que no pude darte yo jamás. Ahora he sembrado zinnias en mi jardín, las cuido con el esmero con el cual te ignoraba y engañaba. Quemé tus cartas, tus fotos, tu recuerdo. Les he incinerado junto con mi corazón. Enterrar tu vitalidad y mi amor juntos me quiebra por dentro. Pero es lo que mereces. ¡Vete ahora! ¡No grites más, te lo ruego! ¡Terminen ya de cubrir esa tumba! No soporto más la vista del ataúd que guardará tu cuerpo aún con vida. ¿Con vida? ¿Por cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo durará el aire puro dentro de tus pulmones antes de deplazarse, volverse imaginario? ¿Cuánto antes de que la sangre se coagule en tu cerebro? ¡Vive, amado mío! ¡Levántate y anda! No puedes. Te han truncado el camino con tierra fresca y lágrimas. Vuelve. Me he arrepentido. Ahora puedo dejar que mis propias lágrimas recorran el suelo, lo inunden. Debo irme, todos lo hacen. Pero prometo volver. Debo volver, no me he ido. Mi mirada está perdida en el coche que me transporta. Sigo viendo tu rostro, escucho tu voz, siento tu carne. Siento tu espíritu. Nadie me habla en el trayecto, nadie lo hace en tu trayecto. Y lo pienso de momento. ¿Sobrevivirás a mi abandono temporal? ¿Desgarrarás el interior del féretro que te contiene?
Y la luna sale de su escondite veraniego y se posa sobre mi. Mi sombra proyectada me asusta, me asusta seguir escuchando tus lamentos debajo de la tierra. ¿Te ha tragado el Mandinga? ¡Sal, amado mío! ¡Levántate de tu fría, pero fresca tumba! ¡Remueve la tierra con tus gritos! Mi deber es ayudarte a salir, así como lo fue ayudar a sepultarte. Te puedo escuchar, ya llego, amor. ¡No grites más! ¡Tu desesperación alimenta mi desesperación y la convierte en hambre de tu cuerpo!  Yaces allí, me esperas. Mis manos, yertas de frío, no pueden dejar de escarbar. ¡Comienzo a ver tu ataúd! ¡Amor, qué poco falta para reencontrarnos! ¿Podrás perdonarme? La luna comienza a retirar su apoyo a mi tarea. Las nubes están en mi contra, y la lluvia no amaina. ¿Cómo he de sacarte ahora? Soy tan débil. Ahora que pude abrir el contenedor de muerte, puedo sacarte, y puedo verte de nuevo. ¿No hablas? ¿No me das las gracias? Vamos, puedo ver el agradecimiento en tus ojos. Y has vuelto una vez más a mi lado, siempre lo hiciste, siempre lo harás. Por la eternidad mantendré tu cuerpo junto al mío entre un mar de velas que iluminarán nuestros días, nuestras noches. Ni la muerte pudo separarnos.





"Para escucharse con C'est la Vie - Fleetwood Mac o D'amor Sull'alli Rosee - Maria Callas" D.

De amores eternos

Author: Devendrah / Pequeñas memorias: , ,

"Y aunque hay amores que viven en los cielos, más allá de los problemas terrenales, también los hay que habitan el infierno lamiendo el magma de las ilusiones hipócritas y el amor frustrado" -D. 





A mi café le falta algo. O quizás... Tal vez le faltas tú. Tal vez le falta ese toque de depresión realista que le ponías a todas las cosas. Esas advertencias fatalistas que no podían faltar en tu tema de conversación. Ayer soñé algo extraño. Soñé lo que debía hacer con respecto a mi asunto, y he olvidado la respuesta. ¿Por qué la olvidé? Tal vez olvidé ponerle algo a mi café también. No lo sé. Y ahora me miras sin expresión alguna, cielo. ¿Por qué es que me miras así? No lo hagas por favor, posa tus ojos sobre cualquier otro objeto. Te lo imploro. Parecieras recriminarme las hazañas pasadas. No puedo evitar sentirme culpable. Lo lamento tanto. No digas nada por favor. Simplemente, te daré una rosa. ¿Un clavel quizás? ¿No? ¿Qué te parecería una orquídea? Las orquídeas eran tus favoritas cuando vivías en casa. Aún le doy un sorbo al café y siento que le hace falta algo. Quizás es tan solo que me hace falta algo a mí y me empeño en derramar las culpas sobre esta inocente taza. Por eso todos los que pasaban me miraban de manera sospechosa. Tú sabes que no estoy loco, cielo mío. Lo sabes bien. Es tan sólo una máscara que he decidido usar para que nadie más intente volver a lastimarme. ¿Recuerdas el día que te conocí? Estaba llorando. Tú también llorabas. Nos vimos, uno de cada lado del parque, en nuestras respectivas bancas, con nuestras respectivas soledades y tristezas. Allí estábamos. Nuestras miradas trabaron amistad. Crucé el parque, me senté a tu lado y te abracé. Lloramos juntos por bastante tiempo ¿Lo recuerdas? Claro que lo recuerdas, no puede pasar desapercibido tal recuerdo. Un recuerdo que de seguro ha marcado tu existencia. Me apoyé en tu hombro, tú en el mío y compartimos dolores que poco a poco se fueron calmando con la tibieza del cuerpo del otro. Allí comenzó todo. Y tuvimos una relación tan hermosa, tan sencilla. ¿Por qué debió terminar así, rosa de mi alma? Me sigo preguntando el por qué al llegar cada noche, con cada viento helado que entra por mi ventana entra también un mar impetuoso de dudas que empapa mi almohada y me deja inerte. Y al día siguiente me levanto muerto. Los escalofríos me asaltan en pandillas, los ataques de asma no me abandonan un segundo. He adelgazado ¿Lo ves? ¡Tu falta de amor me ha dejado en los huesos! ¿Por qué me abandonaste así, alma mía? ¡Me lo pregunto cada tarde, cada madrugada! E intento pensar en otra cosa, entretener mi mente en el juego, el vicio y las mujeres. ¡No puedo! ¿Qué es lo que me has hecho? ¿Qué clase de hechizo o amarre ha tendido sobre mí tu sombra de celos o despecho? ¡No puedo seguir viviendo así! Libérame ya. ¿Por qué aceptaste la apremiante invitación de un café tergiversado? ¡Dímelo! ¡Dímelo porque, solo, no puedo comprenderlo! Te di todo lo que tenía. Todo lo que jamás podré tener. ¿Qué mal te hice?
A mí café le falta algo. Le faltas tú, sin duda alguna. Y a mi me falta esa inyección de adrenalina que no se encuentra en ninguna farmacia. He dejado mis costumbres. Me he arrepentido de todo mal que pude haberte provocado. ¡Di algo por el amor de Dios! Mejor calla. Tu dulce voz penetrará mis oídos perforando mi cerebro, dejándome muerto. ¡Habla! ¡Habla, que muerto estoy ya! No me mires así. Por favor, te lo imploro. Te he citado, no para reclamarte nada, si no para decirte que perdono tu engaño último. Sé a dónde fuiste aquella noche. Se con quién, a qué hora, en qué coche. Porque les vi. Te miré bajar los peldaños y montar ese auto del año, besar al fulano en el cuello y partir a toda velocidad. Estaba yo, no en casa de mi madre, si no en el departamento de arriba. Hubiera visto el fútbol, de verdad lo hubiera hecho, si no hubiera notado aquel temblor extraño en tu voz. ¿Era emoción? No sé. No quiero saberlo. No lo sabré. Pero sé que fuiste a su casa. Quizás la mía jamás fue lo suficientemente grande para ti, o lo suficientemente cálida. Y llegaste a su mansión de hielo y lo derretiste como solías hacerlo conmigo. ¿Qué te hizo falta? ¿Dinero? Bien sabes que trabajaba tan sólo para ti, todo era para ti. ¿Amor? No puedes decir eso. Mi alma te pertenecía y te pertenece aunque ya no sea correspondido. ¿Comprensión? ¿Quién más que yo te escuchaba y entendía, o hacía el intento de, sin importar hora, lugar o estado de ánimo? Amor mío, no puedes pedir nada más. Porque bien sabes que me he quedado sin nada por ti.
Mi café se ha enfriado. Y ha sucedido sin que tú abrieras la boca una sola vez. Tus ojos son tan hermosos cuando me miran desde allí. La claridad del agua los hace aún más bellos, y admito que hace a tu piel aún más blanca. Sí, eres un ángel. ¿Eras? Hace unos minutos que te vi entrar, con el pelo suelto y el vestido que tanto me gusta, me di cuenta de que debes quedarte a mi lado. Perteneces a mi lado. Eres mi complemento, sencillamente eso. Mi media naranja, cielo. Iba a bañarme y te vi pasar, recogiendo tus cosas. Juntando todo en una maleta para irte en un viaje sin destino conocido y jamás volver. No he podido resistirme, lo siento. Y te lo repito por última vez, así que escúchalo bien, amor. Me arrepiento. Pero mi arrepentimiento se divide en dos. Una de las vertientes me alegra porque sé que a partir de hoy, nuestro pacto ha sido sellado. Nuestro amor se ha consumado y tú, ángel de belleza infinita, te quedarás conmigo por siempre. La otra, sin embargo, me dice que los medios por los cuales lo he logrado no han sido precisamente los mejores, pero el fin, sin duda, fue el más puro y tierno que jamás existió. Te amo. Te amaré por siempre. Y el agua que, ahora inmóvil, descansa sobre ti, mi cielo, te guardará hasta que seamos llevados a nuestro eterno sitio de descanso. Hasta que vayamos al cielo. Aún puedo ver tus ojos abiertos totalmente en el fondo de la tina, a pesar de que mi vista se nubla. Ya casi no siento el suelo debajo de mi cuerpo tendido junto a la bañera, mi vista se nubla cada vez más. A mi café le falta algo. O quizás... quizás  fue el veneno lo que alteró su sabor.




"Y he aquí, que mi creatividad no fue la suficiente para ganarle la apuesta al catorce de febrero. Estúpido día sin inhalador, asmático. Su respiración descompasada provoca mis más sinceras risas. Saludos a aquéllos buenos seres que aún disfrutan del amor que no ha sido comprado en la tienda de la esquina... O en la esquina. Con mi más puro y destilado cariño corrosivo, feliz quince de febrero" D.

Donde menos lo esperaba

Author: Devendrah / Pequeñas memorias: , ,

"Jamás. Siempre. Quizás lo mejor sea no decir nada y girar la vista hacia donde no puedas ver mis lágrimas correr" -D.






He tenido, últimamente, una vaga sensación de renacimiento. Recordaba hace un año o dos mi infancia como algo muy lejano, pensaba en los juegos estúpidos con que me entretenía horas, pensaba en ello como... como cualquier cosa que se recuerda y se deja en el olvido fácilmente. Pero hoy ha sido diferente. Hoy he visto en mi plato de fideo, el mismo pato sonriente que me rogaba que me terminara la sopa para sobrevivir. He sentido lo que sentí al tener cinco o seis años y ver que el caldo ahogaba lentamente al personaje en el fondo, recordé textualmente mi pensamiento. Viví la sensación una vez más. Y entonces sonó el tiembre. Había llegado la hora. El vestuario estaba listo, las velas encendidas. El plato con el pato esperaba en el fondo del fregadero. Los restos de fideo aún floaban en la superficie.
_¿Quién es?_ Que estúpida pregunta. Sabía perfectamente de quién se trataba. Le había estado esperando desde que recibí la llamada. La canción de las noches perdidas como fondo, un alma vacía con ojos muy maquillados y labios rojos abre la puerta sin siquiera tocar el picaporte. Flota como un cuerpo que se sabe ya muerto, dirigiéndose a un precipicio sin detenerse al filo del abismo. Me sé muerta. Y sin embargo me entrego al deber, debo comer. Es una noche de luna y el cielo está tan despejado que, a pesar de la contaminación, puedo ver las estrellas. Brillan con el resplandor que se me ha agotado. Siempre hay alguien a mi lado y me siento sola.
_Adelante, te esperaba_
Es mi trabajo. Debo hacerlo y fingir una sonrisa cuando se que anhelo llorar. Llorar hasta que todo el dolor salga por completo, que no quede ni un solo resto. Salvar al pato de ahogarse en la sopa desastrosa en que se ha convertido mi vida. Y no es que el frigorífico esté vacío sin la presencia a la que estaba tan acostumbrada, es mas bien que he olvidado vaciarlo, está atestado de presencias que no deseo. Y sin embargo las necesito más que nunca, no podría vivir sin ellas. Pero las analizo, las calculo. Intento no ahogarlas.
Le tomé de la mano y le llevé a la recámara. Se sentó como si estuviera en su casa.
_¿Algo de tomar? Tengo lo que gustes_ dije con un tono de voz que siempre salía con naturalidad. Hoy no. He perdido la vocación esta noche.
_Dame un whisky, en las rocas. ¿No gustas que yo lo prepare? ¿Algo que tu gustes beber?_
_No_ reí entre dientes _Las bebidas y su preparación están incluidas en el precio_
_No, de verdad. Puede que te pague incluso más si me permites ser un caballero contigo_
_Bien, un martini doble. La cantina está a la derecha_ dije sentándome en un sillón cercano.
Se levantó y se acomodó el saco. Escuché los hielos caer en el vaso, la martinera revolver el coctel. ¿Qué le había impulsado a hacer esto? Estaba incluido, todo lo que pudiera beber. Incluso si tenía que poner somnífero en una de las bebidas. ¿Por qué lo hacía? Caminó lentamente hacia mi.
_Un martini doble. No encontré las aceitunas_ dijo esbozando una sonrisa dulce. No me engañaba. En tantos años había ya conocido todas las tácticas baratas de seducción juvenil. La sonrisa dulce era la que menos me conmovía.
_Gracias. Así que... ¿Comenzamos?_ pregunté
_Creo que sería mejor hablar un rato. Para conocernos..._
_¿Realmente quieres conocerme?_ dije, seca.
_Pues, sí. No lo sé. Tú me dirás. ¿Es ésto lo que sueles hacer siempre?_
_No en realidad. Al grano, me pagan y se van_
_¿En verdad nadie se ha dispuesto a hablar aunque sea un momento contigo?_
_No_ bebí el martini de un golpe
_Bueno. Yo preferiría hablar un rato antes de ir... al grano_
_Como gustes_
_¿Qué tal es la vida en esta parte de la ciudad?_
Continuamos hablando por lo menos un par de horas. La conversación nos fue llevando, nos fue alejando del propósito de su visita. Aún no podía confiar mucho en él. Seguía pensando que era una estrategia solamente. Y de pronto, reflexioné. ¿Para qué seducir a una prostituta? Y volvió a mi mente la pregunta que surgió al ofrecerse él a preparar las bebidas. ¿Por qué lo hacía?
_...Te seré honesto_ dijo después de una pausa. Comenzaba a amanecer_ Venía yo con el corazón destrozado y el alma desgarrada. Toqué a tu puerta con rabia, planeando pasar la noche contigo y desahogar mis penas en tu seno. Llorar como un primerizo, pagar e irme. Y he descubierto en ti a la persona en quien puedo creer. Lo que me arrebató aquella chica, lo que desbarató dentro de mi ha encontrado consuelo en ti. No es una estrategia de conquista barata, de una noche. Y se que es bastante apresurado pero pienso ahora en ti como... un complemento a mi dolor. Puedo sentir el dolor que hay en ti, puedo ver el vacío que hay en tus ojos. Puedo, por muy idiota que me sienta al decirlo, casi ver correr las lágrimas de tu espíritu. Te comprendo, querida mía_
No pude contener más mi llanto. Lloré lo suficiente sobre su hombro. Hacía bastantes años que no sentía esa sensación extraña que suele recorrer la espalda y el cuello al ver a alguien. Lo sentí de nuevo. Hacía tiempo que tenía una sensación de renacimiento incompleto. Podía estar equivocándome, lo sabía. La experiencia de años me hacía no confiar en nadie, menos en un cliente. Pero sentía algo distinto en este hombre. Había algo diferente.
_Vamos, querida. Deja de llorar. Tus ojos no son rojos por naturaleza_ sonrió y me abrazó.
Nos entregamos el uno al otro mientras el sol renacía junto conmigo. No era el sudor de siempre el que empapaba mis sábanas, un sudor desconocido, indiferente, sin sentimiento. No era la pasión mal encaminada la que circulaba por aquella habitación. Nos habíamos encontrado en donde menos lo esperábamos. Suspiré. Él encendió un cigarrillo.
_Quiero pasar una vida contigo. Quiero.. es muy pronto, lo sé. Debemos esperar un poco más, pero quiero casarme contigo. Si tu quieres viviremos en la Luna. Tocaré las estrellas al mirarte y acariciar tu pelo, querida mía_ pequeñas lágrimas recorrieron sus mejillas mientras me abrazaba con furor _No me dejes nunca. No ahora que te he encontrado_
El aire era dulce. La luz del sol entraba por la ventana. Inhalé suavemente. Pero al intentar exhalar sentí una presión en el pecho. La dulzura no entraba más por mi nariz.
_¿Qué pasa?_ dijo asustado
Le tomé una mano. La apreté con todas mis fuerzas. Sabía hacía bastante tiempo que mi destino era morir. No sabría nunca que mi destino consistía en morir una vez que hubiera encontrado la felicidad y mi complemento.
_Siempre estaré contigo_dije entre ahogados suspiros _Siempre_
_No ahora, por favor. Déjame llamar una ambulancia_ dijo intentando levantarse rápidamente. Sus ojos completamente abiertos.
Lo impedí. Era inútil.

Kinestesia

Author: Devendrah / Pequeñas memorias: , ,

"El humo llena nuestra cabeza, aunque nosotros mismos no lo sepamos. Inunda cada rincón y siembra dudas. He aquí el origen de los sueños, el origen de la vida, de nuestros sentimientos y de cualquier cosa que a tu mente inundada de humo se le ocurra imaginar" -D.







Había humo de cigarro nublando la vista. La apuesta subía. El recuerdo de su mujer no daba siquiera una mínima ronda por su cabeza. Las copas hacían tambalear la vista de cada jugador. La apuesta subía otra vez. La música se colaba por entre los huesos, cada ser, cada mente. Era la última ronda. No quedaba nada más que apostar, no quedaba nada más que beber, y no quedaba nada con qué pagar la bebida. Que les echaran de su bar favorito no parecía una idea agradable a esa hora de la madrugada.
_Voy con todo_ dijo muy seguro.
Una sonrisa se dibujó en los finos labios del hombre frente a él.
_Mi querido amigo, he de deciros que ha sido un enorme placer jugar con vos. Pero la velada ha finalizado_ escupió al mostrar su juego perfecto.
Palideció de golpe. Había perdido todo. Estaba demasiado ebrio para alegar cualquier cosa y no sabía siquiera dónde encontrar el baño para vomitar por última vez. No es que tuviera algo en el estómago que vomitar, había gastado el sueldo de los últimos cuatro meses en el juego.
_Joaquín, creo que es momento de que regreses a tu casa. No te ves nada bien_ le susurró al oído su mejor amigo
_No.. _balbuceó_ Mi mujer, está con otro... Es.. tan solo una..._
_Vamos, Joaquín. Levántate. Te llevaré a tu casa_
_ ¡No! Ya te he dicho que ... Jamás podrá... ganarme.. ese deshgraciado hijo de..._ Cayó de bruces al suelo.
Poco a poco, medio abrió los ojos en una cama de hospital. Tubos saliéndole de los brazos y el suero fluyendo gota a gota. No seguía en el bar pero aún podía ver la nube de humo.
_Joaquín. ¿Puede oírme?_ dijo una voz conocida _Parece ser que esto ha terminado aquí. Debo decir que, tristemente, esto no me duele. Ya había terminado antes. Mi sentimiento estaba muerto. Sabes el resto_
Cerró los ojos de nuevo y pudo escuchar las gotas de suero caer dentro de su bolsita de plástico transparente. Una a una, poco a poco. Tan distantes del mundo. Sentía el líquido entrar en su cuerpo, circular libremente por sus venas, llegar a sus entrañas inmóviles. Parecía no haberse movido en mucho tiempo. No podía ser real. Su mujer le amaba.
_¿Qué?_ alcanzó a articular
Su mujer estaba saliendo cuando regresó como si algo se le hubiese olvidado.
_ ...El divorcio, Joaquín, hubiera sido aconsejable antes de cualquier otra cosa, pero... _
_Es.. ¿Que acaso ya no me amas? Ni siquiera, por lo menos... ¿Me quieres? ¡Qué va! ¿Me aprecias, me estimas?_
 _ ...He superado cualquier sentimiento que pudiese haber tenido hacia ti. Pasé por el estúpido enamoramiento, sucediéndole el dolor y la depresión extrema. Pasé por el más cándido odio, sentí rabia. Mi ira se calmó y he terminado en una indiferencia imborrable. No hay más dolor... _
_Indiferencia. ¿Así debe terminar? _
_ ...Siempre hubo alcohol de por medio. Alcohol e indiferencia. Bella combinación. Hasta nunca, Joaquín_
Una lágrima rodó por su mejilla al escuchar los tacones lejanos. Se sentía morir, debía morir. Levantó una mano y alcanzó el botón del bypass. Lo presionó sin titubear. Sintió los párpados caer lentamente. El ruido de las máquinas se fue apagando y se sintió flotar. Era ahora más liviano que el mismo aire que entraba a sus pulmones. Miles de ideas pasaron por su cabeza. Todas se concentraron, finalmente, en una sola. Era su mujer la culpable de todas sus desgracias. Nada había vuelto a ser como antes desde que ella le hubiera engañado hábilmente con el tipo de los labios finos y el traje caro.Y ahora le dejaba. Ella tenía la culpa de que se hubiera sumido en el alcohol y el juego. Era acaso tiempo de cobrar las cuentas, pagar las deudas e irse a casa. No era tan difícil. Una sola vez mas. Recobró las fuerzas suficientes, la voluntad volvía a su cuerpo al igual que su peso. Podía hacer una última cosa antes de darse un tiro. Una última cosa.
Se levantó. Miró a su alrededor, seguía bloqueando su vista una densa niebla blanca. Atravesó la puerta, el pasillo estaba vacío. Salió del hospital y se dirigió a su casa. Sintió el asfalto debajo de sus pies. La dura roca le raspaba los talones, el aire agitaba su cabello lleno de sudor y restos de alcohol. Escuchó atentamente el cantar de los pájaros. El susurro de la brisa. Sintió el sol pegarle de frente. Ni un solo ruido rompía la armonía. ¿Dónde quedaba su casa? ¿En dónde estaba? ¿Hacia dónde seguía?
_Adiós Joaquín_ susurró alguien a sus espaldas. Giró la cabeza. No había nadie.
Debía seguir hacia adelante. Todo hacia adelante. La segunda calle a la derecha, después del octavo semáforo. Aún le quedaba bastante camino por delante, pies descalzos y alma abierta. Una sed de venganza disfrazada de tranquilidad. Quizás pasaría por la pastelería y le compraría uno de esos pays a la destructora de su vida. Un último gusto antes de morir. Es un mundo extraño. Quizás solamente le atestaría una cuchillada. No por la espalda, no. Debía verla a la cara. Sería una oportunidad que no debía perder. Había recorrido ya medio tramo sin darse cuenta. Ya no sentía las piedras a su paso. Miró al cielo y escuchó un saludo a su lado. Le devolvió la sonrisa a un chico que regaba su jardín, éste le hizo una pregunta. Se acercó un poco para escuchar mejor y se dio cuenta de que no era a él a quien le hablaba. Miró al otro lado de la acera y vio al vecino de tan aparentemente amable joven que soltaba una risotada seguida por la del otro. Se sintió ofendido por tan cruel burla a su distracción y continuó su camino. Quizás no pasaría por el pay. Gastar su dinero en alguien que habíale hecho tanto daño parecía más bien hipocresía. Gastar su esfuerzo y energía también, pero era más satisfactorio. Miró de nuevo al cielo mientras caminaba. Comenzaba a hacer frío y las nubes anunciaban lluvia. Definitivamente no iría por el pay. El piano de una casa cercana daba un aire melancólico y bohemio al ambiente. No había gente en la calle. Había pasado ya siete de los semáforos y el último de ellos se vislumbraba lejano.
_Adiós Joaquín_ escuchó a sus espaldas. Miró con el rabillo del ojo, discretamente. No había nadie.
Dobló a la derecha al llegar al último semáforo, los pies le pesaban. La tercera casa de la izquierda. La casa de las cortinas azules. Las ventanas seguían abiertas. La dueña de su vida estaba en casa. La mujer que le mantenía con vida había dejado de hacerlo y parecía haberse empeñado en arruinarle. Al acercarse pudo escuchar una voz masculina y la risa que tan bien conocía. Una risa cálida que le helaba la sangre y le hacía estallar la cabeza. Tomó las tijeras del jardín, aún mojadas y subió la escalera. Aquélla puerta siempre estaba abierta, siempre. Uno por uno los escalones, con cuidado. Sin hacer ruido. Hoy la puerta no estaba abierta. Agobiado, se quedó allí parado por unos momentos. ¿Por qué la puerta no estaba hoy abierta? Finalmente optó por la segunda opción, la ventana.
La casa se sentía igual que siempre, igual que nunca. Las mismas flores en el mismo florero, en el mismo lugar. Nada parecía haber cambiado. Nada excepto una cosa. Su presencia allí ya no era deseada, ya no era necesario. Ya no era su casa. ¿De dónde provenía la risa cálida y la voz masculina?
Subió las escaleras. Cuidado. Cuidado. Casi tropieza al llegar arriba. En la recámara podía verse el tenue resplandor de velas. Ya había comenzado a obscurecer, lloviznaba. Un trueno interrumpió el silencio. La mujer soltó una exclamación y luego rió. A su risa se unió la otra y conformó un coro infernal para el celoso corazón.
_No lo hagas, Joaquín_ dijo alguien a sus espaldas_ No te agradará el resultado_ giró la cabeza violentamente, con las tijeras en las manos, dispuesto a atacar al dueño de la voz. No había nadie.
Irrumpió, desesperado, en la habitación. La que alguna vez fue dueña de su vida volteó, asustada.
_Esta vez, Virginia, no has de salirte con la tuya. Pudiste ser por siempre mi princesa. Pudiste hacerme por siempre tu esclavo. Pudiste. Pero no lo quisiste, y ahora... Ahora no soporto el que otro te posea. ¡Al diablo!_ se abalanzó sobre ella, las tijeras hacia su fino cuello. Ese cuello había sido dueño de toda su pasión, cuna de sus besos. Sus sueños se habían condensado en aquel cuello para terminar siendo la perdición. El metal que sostenía en las manos le libraría de ese cáncer espiritual tan doloroso, la sangre que saliera lavaría sus heridas. Sentiría alivio después de ello. Lo atravesó, casi sintió la piel rasgarse, pudo escuchar la débil exhalación que logró emitir su víctima. Atravesó su cuello pero no salió una sola gota de sangre.
Virginia cerró la puerta tranquilamente. Miró de nuevo hacia la habitación y le sonrió a su amante.
_No fue nada cariño_ dijo el hombre de finos labios sentado en la cama, devolviéndole la sonrisa _Es sólo el viento. No te asustes_
_He estado un poco asustadiza últimamente_
_Después de tanto tiempo. Se que te costó trabajo tomar la decisión, siempre es difícil. Pero sabes que fue lo mejor_
_Lo sé, y aún así lo siento cerca_
_Es tan sólo una vaga sensación. Se pasará_
_Me siento culpable, lo último que le dije... _
_No te sientas así. No lo mataste. Una muerte cerebral es prácticamente muerte total. Ya estaba muerto. Hiciste lo mejor al presionar ese botón_