El Hombre de la Copa de Vino

Author: Devendrah / Pequeñas memorias: ,

Es increíble cómo todas nuestras historias se entrelazan. Y cómo es que comenzamos siendo iguales, en el camino nos hacemos tan distintos y al final... no hallamos el final y seguimos dando vueltas en círculos. No hay un final. Nunca lo hay.






El chofer se estacionó frente a la casa. Un hombre con sombrero beige bajó y azotó la puerta según su costumbre. El vidrio delantero descendió y el hombre de la boina esperó instrucciones, aunque las sabía de memoria.

_Espere hasta que salga_

Era un día nublado. Hacía frío, y enmedio de la nada y de la montaña se encontraba un auto negro de lujo estacionado frente a una alta mansión de ladrillos grises y ventanales altos.
El hombre del sombrero beige sonó el aldabón y esperó. Después de unos minutos cruzó palabras con el anciano que le abrió la puerta. Parecía no querer dejarle pasar pero finalmente accedió y el sombrero beige desapareció de la vista del chofer.



_Debe saber, Señor Visitante, que lo he dejado entrar desobedeciendo las órdenes de mi patrón_

_No era de vital importancia que lo supiera_ dijo mientras observaba el techo y los adornos de las paredes _Además, señor, es preferible que entre yo primero a su casa antes que una jauría de policías dispuestos a romper reliquias familiares con tal de hacer algo por un rato_

Una figura vestida de blanco recorrió rápidamente el corredor y se perdió entre las sombras.

_¿Qué fue eso?_ preguntó el hombre del sombrero

_No sé a qué se refiere el señor_

_¡Ah, Don Julián! Veo que ha usted dejado entrar a un desconocido_ exclamó una voz ronca y molesta a sus espaldas _Hablaremos después. Permítame mostrarle mi humilde hogar, señor visitante_ dijo cambiando de tono

_Mi nombre es.. _

_Por aquí puede usted observar _ comenzó caminando hacia la inmensa sala estilo Victoria alumbrada por velas _Una de las modestas estancias, mi favorita, debo decir_ Era un hombre canoso, ancho de espaldas y mirada penetrante. Había salido de su habitación a recibir al visitante envuelto en una bata verde musgo y una copa de vino tinto en la mano. Seguía hablando y al parecer no se daba cuenta de que el hombre al que daba la explicación le estaba ignorando por completo _... traída por mi tatarabuelo en el siglo XIX desde una de las colonias inglesas..._ Balanceaba la copa de un lado al otro sin derramar una sola gota.

El visitante optó por darle la espalda y admirar el jardín. Una fuente en el centro y arbustos con flores eran escoltados por un estrecho caminito de piedra. Más arbustos. Más flores. Una figura vestida de blanco. Una chica. Caminó el visitante hacia el jardín. Giró la cabeza un momento para asegurarse del parloteo del anfitrión y cuando miró de nuevo hacia la fuente la figura se había ido.

_¡Ah! Le atrajo el jardín, es una bella colección de especies traídas desde muy lejos. Están mis bellísimas orquídeas, que con tanto esmero cuido. Pero sin duda mis favoritas son las rosas rojas. Tienen un color, ¿Cómo decirlo? ¿Es usted un hombre religioso?_

_¿Perdón?_

_Si es usted un hombre religioso_

_Oh, no mucho en realidad. Pero creo en..._

_Bien, todos conocen a Cristo. Y todos conocemos bien la Última Cena que tuvo lugar con sus doce apóstoles. Sabemos la historia y que los participantes degustaron pan, su cuerpo, y vino, su sangre. Algo así se me figuran estas rosas. Podría decirse que la madre de éstas, fue molida para representar el cuerpo de Cristo y en su lugar mintieron diciendo que habían sido uvas. ¡Grandísimos locos! La Sangre de Cristo está presente no en los cálices de las iglesias, si no en mis rosas. ¡Mis rosas!_ El visitante lo miró atentamente _Pero señor visitante, no me mire así, no me tome usted por un loco. Sólo soy un hombre apasionado con algo en que vaciar su atención completa_ sonrió
_No, no. Continúe por favor_
El hombre siguió meciendo su copa de vino, extraviado en algún lugar de su mente. Mirando al vació sin escuchar nada más que sus pensamientos. Incómodo, el visitante continuó su camino solo. Volvió al pasillo alumbrado por velas y vio, tras recorrerlo, una gigantesca escalera que conducía a la planta superior. No se escuchaba ruido alguno, no había una sola persona, así que subió. Los escalones crujían a su paso. Ahora había dos pasillos, ninguno más obscuro que el otro. Decidiéndose por el de la derecha, vio pasar un gran número de puertas cerradas, candiles y cuadros. Por fin encontró una abierta. Despedía una luz cegadora.
_Pase señor visitante_ dijo una voz adentro. La dueña de tan dulce tono se hallaba oculta por el reflejo del sol en la habitación y sin embargo, el visitante obedeció _¿Qué hace usted aquí arriba?
_Curiosidad_ respondió después de pensarlo
_ La curiosidad mató al gato, visitante_ susurró ella mientras se alejaba de la ventana. Sus huesos saltaban a la vista, profundas ojeras zurcaban sus pómulos y la pálida piel le daba un aspecto más tétrico que bello a aquel ángel vestido de blanco. El visitante miró a su alrededor sin saber qué decir, jugueteó con sus manos mientras ella lo escudriñaba. Había copas de vino en la mesa y la cama destendida le recordaba a un parto casero recién atendido.
_Váyase visitante_ dijo ella_Le daré la oportunidad de vivir_
_Dígame, ¿Qué ha sucedido aquí? He ahí el verdadero propósito de mi visita_
_No debe saberlo_
_Debo_
_Bien, pues he aquí una muestra del más exquisito vino de toda la región_ dijo tendiéndole una copa_ Pruébelo y dígame, ¿De qué está hecho?_
_¿Uvas?_ dijo después de beber un sorbo
_Error_
_¿Entonces de qué?_
_Sangre. No fue un parto lo que tuvo lugar aquí. Fue una sangría_
_¿Cómo supo que pensé en...?_
_Sólo lo supe. Ahora váyase visitante. Sabe lo que quería saber. Fue mi última sangría. Mi cuerpo está enterrado debajo del camino de piedra del jardín, junto a las rosas_
El visitante salió del cuarto, apenas sintiendo el aire entrar en sus pulmones. Bajó la escalera rápidamente y llegó al pasillo. El hombre de la bata verde entraba apenas del jardín.
_¡Señor visitante! Creí que se habría aburrido de mi charla. Venga conmmigo_ se detuvo y miró su bebida _¡Pero qué grosero he sido! ¡Bebiendo y no le he invitado un solo trago!_ Fue a la cantina y le sirvió una copa _Cuénteme_ dijo extendiéndole la bebida_ ¿Piensa despedir a aquél chofer suyo? No merece trabajar con más con usted. No después de lo que le ha hecho, señor visitante_ le señaló la ventana
_¿Qué me ha hecho mi chofer?_ dijo, mientras se dirigía a la ventana que daba a la entrada. Corrió la cortina aún recordando las palabras de la chica. Su mente revivió la cama con las sábanas sangradas, la ventana, el vestido blanco... No había coche esperándole.
Giró el cuerpo hacia donde se encontraba el anfitrión y se encontró con él de frente. Un escalofrío recorrió su ser y su vista se tornó borrosa. Los ojos verdes y transparentes se clavaron en los suyos por última vez. El mareo se hacía más intenso a cada segundo. Cayó al suelo, pero en el último momento de conciencia que tuvo pudo escuchar la voz ronca
_Así que dígame, visitante ¿Le ha gustado el vino?_

4 elefantes:

Anónimo dijo...

Definitivamente puedo llegar a acostumbrarme. Puedo observar la clara influencia que tiene el Sr. Edgar Allan Poe en tus letras y eso es simplemente escalofriantemente delicioso a la vista de cualquiera que se aprecie de ser un admirador del maestro Poe.

Atte. El extranjero

oskar dijo...

w0ow me encanto
pero como soy tu amigo
te dire q es un poko predecible que se muera pero no esperaba q el chofer se fuera simplemente me encanto..un 10 :D

Sin Importancia dijo...

Mujer escribes mejor que yo...en serio ya no te pasare mis burradas por que creo que hasata te ries de ellas....

Anónimo dijo...

Muy buena... me encanto el uso de las palabras, todo muy afilado.
Segui asi...